31 de julio de 2006
19 de julio de 2006
Fotografía: Muros de medianería.
Son frecuentes los derribos de casas en el casco antiguo de Barcelona y de otras ciudades: la presión especulativa o el estado de decrepitud de los inmuebles fuerza a su desaparición. Pero el tiempo que media entre el derribo y la construcción de la nueva casa genera un espectáculo insólito, melancólico... Las paredes de los edificios colindantes —lo que en la jerga técnica se llaman las medianeras— permanecen, como es lógico, pero con la huella de los hogares idos.
Las medianeras conservan la pintura de las habitaciones, el empapelado, los azulejos de baños o cocinas, el interior de armarios empotrados y alacenas, el cono negruzco de las chimeneas y el hollín de conductos ya desaparecidos, el perfil de los escalones y la huella de los pasamanos en las escaleras, sendas de hilos eléctricos y cañerías, vestigios de váteres y fregaderos... En medio de estas ruinas planas y verticales, algunos elementos sobresalen: clavos en la pared, muñones de grifos, interruptores o enchufes, o el casquillo donde se enroscó una solitaria bombilla.